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Mi mundito y yo.
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Esto soy...

Un día como hoy... Hoy.

    Dicen por ahí, los hijos de los hijos de los nietos de quienes vivían hace mucho, que un día apareció -de la nada- una llama.
    Ellos tenían fuego y, como ahora, lo usaban para cocinar, para calentarse, para todo lo que ya sabemos.
    Pero esta llamita era rara. No era fuego común. No era grande -todo lo contrario- pero iluminaba a más de media Ciudad.
    Algunos trataban de no mirarla, pero era inevitable cruzarse con alguien cuya cara brillaba por el resplandor de ese fuego.
    Era linda, reconfortaba verla, sentirla, hablarla, escucharla.
    Pero había gente que se abusaba, la agrandaba más de lo que era.

Gente que sólo lo hacía para sacar algún rédito.
    Y así -cual teléfono descompuesto- de repente había gente que creía estar viendo un incendio y no lograba ver la llamita humilde que tenían enfrente.
    A muchos les pasó. Nos pasó.
    Era una llama, nada más. Y vimos más fuego que en el Sol.
Sin pensar llegamos a adorar esa locura en muy poquito tiempo.
    Nos iluminamos demasiado. Nos ilusionamos demasiado.
La Ciudad brilló toda la tarde. En cada cara, en cada palabra y en cada gesto.
    Pero el Viento, que siempre es el que tiene la última palabra, dijo NO. Hoy no. Ahora no. NO.
Sopló, sopló, sopló. No le costó nada. La llama se apagó en un segundo.
    Los ojos brillantes se volvieron vidriosos, las palabras se extinguieron con el fuego.
    El NO vació los corazones de todos los que estuvimos ahí.
    Sabemos que la llama va a volver, y no para ser una ilusión -como fue hoy- sino para quedarse. Para iluminar la Ciudad, para iluminarnos a cada uno de los que amamos esta locura que se llama Newell's Old Boys.


Va a volver, va a volver, Bielsa va a volver...

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