No vas a leer nada alucinante, ni un blog re divertido, ni reflexiones políticas o filosóficas.
Esto soy yo. Este es mi mundo.
Mi mundito y yo.
Pasá y cerrá la puerta, bienvenido.
Esto soy...

[Inserte su título aquí]

(Iruya, Salta. Enero 2011)

Cuatro años de guardería,
un año de preescolar,
siete de primaria,
cinco de secundaria,
y cuatro de facultad.
4 + 1 + 7 + 5 + 4.... 21.
Veintún años de educación.

Eso más dos, paralelos,
que aprendí
que me enseñaste
mucho más.


En la escuela me enseñaron
Lengua, por ejemplo.
Vos me enseñaste
que hay otra lengua.
Que la Tierra habla, 
que los pueblos gritan.
Que hay que saber escuchar
para cuidar la Pacha.


También aprendí,
en el colegio,
algo como... Geografía.
Con vos entendí
que de nada sirve trazar fronteras
que hay una Latinoamérica
ahí afuera
que busca ser unida.
Me enseñaron 'etnias', 
para algunos 'razas'.
Vos me enseñaste 
que mirando a los ojos
somos todos iguales.

La escuela te forma
como ciudadano.
Con vos aprendí a vivir
como humano.
Me enseñaste a caminar
sin prejuicios, sin miedos.
Me enseñaste a correr
escapando de nada
queriendo llegar a todo.

Me enseñaste a pararme 
frente al espejo
y mirar
más allá de lo que se ve.
Aprendí que si uno no se ama
no ama nada.

Creo que una sola cosa faltó
para que el programa sea perfecto.
No me enseñaste
cómo vivir
sin vos.

IDENTIDAD

Encontré mi identidad
aprendiendo un  ideal
en los libros quemados
en los poetas exiliados

Encontré mi identidad
en la voz de aquel hermano

Sur abajo, Patagonia
de los pueblos originarios

Encontré mi identidad en un acento lejano
en cada muerto que luchó por la Libertad

Y ahora nuestra Libertad...
 

Soy del Sol y de esta Tierra
madre eterna de mi raza
soy semilla de esperanza
río arriba, mi nostalgia

Encontré mi mi identidad en un acento lejano
en cada muerto que luchó por la Libertad

Y ahora nuestra Libertad.
 



Un día como hoy... Hoy.

    Dicen por ahí, los hijos de los hijos de los nietos de quienes vivían hace mucho, que un día apareció -de la nada- una llama.
    Ellos tenían fuego y, como ahora, lo usaban para cocinar, para calentarse, para todo lo que ya sabemos.
    Pero esta llamita era rara. No era fuego común. No era grande -todo lo contrario- pero iluminaba a más de media Ciudad.
    Algunos trataban de no mirarla, pero era inevitable cruzarse con alguien cuya cara brillaba por el resplandor de ese fuego.
    Era linda, reconfortaba verla, sentirla, hablarla, escucharla.
    Pero había gente que se abusaba, la agrandaba más de lo que era.

Gente que sólo lo hacía para sacar algún rédito.
    Y así -cual teléfono descompuesto- de repente había gente que creía estar viendo un incendio y no lograba ver la llamita humilde que tenían enfrente.
    A muchos les pasó. Nos pasó.
    Era una llama, nada más. Y vimos más fuego que en el Sol.
Sin pensar llegamos a adorar esa locura en muy poquito tiempo.
    Nos iluminamos demasiado. Nos ilusionamos demasiado.
La Ciudad brilló toda la tarde. En cada cara, en cada palabra y en cada gesto.
    Pero el Viento, que siempre es el que tiene la última palabra, dijo NO. Hoy no. Ahora no. NO.
Sopló, sopló, sopló. No le costó nada. La llama se apagó en un segundo.
    Los ojos brillantes se volvieron vidriosos, las palabras se extinguieron con el fuego.
    El NO vació los corazones de todos los que estuvimos ahí.
    Sabemos que la llama va a volver, y no para ser una ilusión -como fue hoy- sino para quedarse. Para iluminar la Ciudad, para iluminarnos a cada uno de los que amamos esta locura que se llama Newell's Old Boys.


Va a volver, va a volver, Bielsa va a volver...

Allá en el Sur



Se reflejaban en el charco
Se miraban
Eran uno. Dos, pero uno
Eran uno en la montaña
En el charco de nieve derretida
En esa tierra, en ese frío


Porque allá, en el Sur, se puede ser dos 
Y ser uno.


Acá, en la ciudad, uno es uno 
Y dos son multitud.

Loco (I)

    
    De repente, se abrió la puerta de la habitación del técnico. Bielsa atravesó el lugar, se sentó frente a Gamboa mientras este seguía con la rutina del Mrs. Pacman y tuteándolo, por la confianza de los años vividos, le dijo:

    - ¿Cómo estás? ¿Tenés ganas de jugar?
    - ¡Estoy desesperado por jugar, profe! ¡Tengo unas ganas terribles!
    - ¿Te puedo hacer una pregunta?
Gamboa no abandonaba su mirada hacia la pantalla, lo cual generó el fastidio del técnico.
    - ¿Te puedo hacer una pregunta, o no?
    - ¡Sí, profe, digame!
    - ¡Pero no me estás entendiendo! ¡Dejá el juego y mirame!- lo conminó -. Decime Fernando, ¿qué das por ganar el partido de mañana?
    - ¡Todo, profe! Si usted me conoce a mí...
    - ¿Pero qué es todo?
    - Y... Si me tengo que tirar de cabeza, lo hago. Para mí mañana es la vida, es así de simple.
    - ¡Pero no! ¡Vos tenés que dar más! Pensá que tenés que dar más.
    - ¿Más? La verdad es que no lo entiendo.
    - ¡Más! ¡Tenés que dar más!- su enojo por no encontrar la respuesta esperada era evidente.
    - Profe... ¿más que eso? Trabar con la cabeza. Jugar cada pelota como la última. Apoyar al equipo y tratar de sacar la pelota bien desde abajo...
    - No... Te estoy pidiendo otra cosa. ¡No me entendés!
    - Y bueno, no sé, digame usted.
    - Para que vos te des una idea: nosotros tenemos cinco dedos en cada mano. Si a mí me prometen ahora que ganamos el clásico... ¡me corto un dedo!
    - Pero profe... ¡Cómo me va a decir eso! ¡¡Cómo que se va a cortar un dedo!!
    - Ya sé. Recién terminé de hablar a mi casa y mi señora me dijo lo mismo. Pero no importa, yo te digo que me corto un dedo.
    - Pero profe... cuando ganemos cinco clásicos se queda sin la mano.
    - ¡Me parece que vos no entendés un carajo de qué se trata todo esto!

(Frag. de La vida por el fútbol. Román Iucht. 
Ed. Sudamericana. 2010)



















Loco divino, ¿dónde estás? Yo sé muy bien que al Parque vas a regresar. Toda tu gente esperá por vos, para que vuelvas...

Cuidame...


No maltrates nunca mi fragilidad,
Pisaré la tierra que tú pisas.
No maltrates nunca mi fragilidad,
Soy la fortaleza de mañana.

 

2/4/1982 - 2/4/2011

 
Aquel 2 de abril comenzó la guerra
con 18 años fuimos a luchar
a Margaret Tatcher se le caía el gobierno
y las Islas Malvinas le cayeron del cielo

Un león bien armado defendía su imperio
nuestros pibes descalzos y en medio del desierto
los fusiles no andaban, las cosas no llegaban
y Galtieri chupaba otro whisky más

Perdimos tantas vidas por un par de islas
firmando decretos de amnesia general
la 'mano de Dios' no apagó mi dolor
la guerra del olvido fue la que nos mató
la 'mano de Dios' no apagó mi dolor
gritan los antiheroes del '82

Y un arbitro yanqui dirige el partido
con la camiseta del pirata inglés
pero esto no es todo mis queridos amigos
con la número 9 Augusto Pinochet
 
 
No creo que hoy sea un día para decir ''vamos loco, las Malvinas son argentinas''. No, no creo. 
Lo son, no lo son. No sé. Tampoco sé si me importa demasiado.
Lo que sé es que el 2 de abril, para mí, no tiene que ver con de quién mierda son las Islas.
Tiene que ver con recordar a los cientos de pibes que murieron allá.
Pibes, hombres, todos.
Tiene que ver con darle todo el apoyo a los que volvieron con 'vida' de las Malvinas, por más que ya hayan pasado 29 años casi sin amparo del Estado.
Tiene que ver con recordar, con reflexionar, con REPUDIAR.
Tiene que ver con gritar, una vez más, igual que el 24/3...
¡¡¡NUNCA MÁS!!!

Galeano (II)


Orlando Goicoechea reconoce las maderas por el olor, de qué árboles vienen, qué edad tienen, y oliéndolas sabe si fueron cortadas a tiempo o a destiempo y les adivina los posibles contratiempos.

Él es carpintero desde que hacía sus propios juguetes en la azotea de su casa del barrio de Cayo Hueso. Nunca tuvo máquinas ni ayudantes. A mano hace todo lo que hace, y de su mano nacen los mejores muebles de La Habana: mesas para comer celebrando, camas y sillas que te da pena levantarte, armarios donde a la ropa le gusta quedarse.

Orlando trabaja desde el amanecer. Y cuando el sol se va de la azotea, se encierra y enciende el video. Al cabo de tantos años de trabajo, Orlando se ha dado el lujo de comprarse un video, y ve una película tras otra.

­No sabía que eras loco por el cine ­le dice un vecino.

Y Orlando le explica que no, que a él el cine ni le va ni le viene, pero gracias al video puede detener las películas para estudiar los muebles.

(Eduardo Galeano, "El Carpintero")













(Gracias Eduardo... Nada más, gracias.)