De repente, se abrió la puerta de la habitación del técnico. Bielsa atravesó el lugar, se sentó frente a Gamboa mientras este seguía con la rutina del Mrs. Pacman y tuteándolo, por la confianza de los años vividos, le dijo:
- ¿Cómo estás? ¿Tenés ganas de jugar?
- ¡Estoy desesperado por jugar, profe! ¡Tengo unas ganas terribles!
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
Gamboa no abandonaba su mirada hacia la pantalla, lo cual generó el fastidio del técnico.
- ¿Te puedo hacer una pregunta, o no?
- ¡Sí, profe, digame!
- ¡Pero no me estás entendiendo! ¡Dejá el juego y mirame!- lo conminó -. Decime Fernando, ¿qué das por ganar el partido de mañana?
- ¡Todo, profe! Si usted me conoce a mí...
- ¿Pero qué es todo?
- Y... Si me tengo que tirar de cabeza, lo hago. Para mí mañana es la vida, es así de simple.
- ¡Pero no! ¡Vos tenés que dar más! Pensá que tenés que dar más.
- ¿Más? La verdad es que no lo entiendo.
- ¡Más! ¡Tenés que dar más!- su enojo por no encontrar la respuesta esperada era evidente.
- Profe... ¿más que eso? Trabar con la cabeza. Jugar cada pelota como la última. Apoyar al equipo y tratar de sacar la pelota bien desde abajo...
- No... Te estoy pidiendo otra cosa. ¡No me entendés!
- Y bueno, no sé, digame usted.
- Para que vos te des una idea: nosotros tenemos cinco dedos en cada mano. Si a mí me prometen ahora que ganamos el clásico... ¡me corto un dedo!
- Pero profe... ¡Cómo me va a decir eso! ¡¡Cómo que se va a cortar un dedo!!
- Ya sé. Recién terminé de hablar a mi casa y mi señora me dijo lo mismo. Pero no importa, yo te digo que me corto un dedo.
- Pero profe... cuando ganemos cinco clásicos se queda sin la mano.
- ¡Me parece que vos no entendés un carajo de qué se trata todo esto!(Frag. de La vida por el fútbol. Román Iucht.
Ed. Sudamericana. 2010)
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